Encendiste el fuego de mis ojos
esculpiste en mi cara la mejor de las sonrisas
penetraste el duro hierro de la armadura de mi alma
y envenenaste mi sangre con el fuego del infierno.
Limpiaste mis heridas con tus besos
besaste mis soledades y mis miedos,
rompiste la barrera del sonido
y le diste a mi noche magia y fantasía.
Rompiste el conjuro que me encadenaba al olvido
y derretiste el hielo con el calor de tus manos
dónde está el fruto prohibido...
Te dejaste amar...eso sólo había pedido.
Andrea Groppo